Es el momento de la canícula (muy poco conocida en occidente) que es la transición entre el verano y el otoño. Es ese tiempo en el que el ambiente es un poco más fresco, aunque, todavía se mantiene cálido.
Se mueve una energía de transición.
“Mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos.
Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos.
Es cierto que poco a poco vamos saliendo de casa, pero han sido muchos días por los que hemos observado el mundo a través de nuestras ventanas…, Y quizás, mirar a través de ellas se han convertido en una costumbre que nos ayuda a reflexionar y sentir la vida de otra forma…
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