“Despacio, muy despacio, pero constantemente hemos ido olvidando hasta el punto de no saber ni su nombre, y lo hemos sustituido por tecnología, comodidad, placer, estética, apariencia, orden… Sin embargo, nada de eso sustituye lo perdido; seguimos sintiendo un impulso ancestral. Sabemos que hay algo más aparte de lo que nos rodea.

Cuando ese impulso se siente, muchas veces recurrimos a otras culturas sabias y profundas, a veces, muy lejanas, como las orientales…”

Cuando terminé mis estudios de interiorismo sentía que faltaba algo. Aparte de crear bonitos y acogedores espacios descubrí que todo debía tener un sentido a la hora de colocar los objetos y los colores. Nuestra vinculación con los espacios está íntimamente ligada y fue entonces cuando descubrí el Feng Shui.

El antiguo arte del Feng Shui es de origen taoísta que busca la ocupación consciente y armónica del espacio para influir positivamente en quienes lo habitan. Su nombre significa literalmente “viento y agua”.  Engloba muchas disciplinas y es lo que lo hace rico y apasionante. Lleva implícito la matemática, la geometría, la arquitectura, la geobiología, la física, la metafísica y la medicina.

Su historia se remonta a más de 3000 años en la antigua China. Originalmente, se utilizaba para determinar la mejor ubicación de las tumbas, asegurando que los espíritus de los ancestros descansaran en armonía y brindaran buena fortuna a las generaciones futuras.

Con el tiempo, esta práctica evolucionó y comenzó a aplicarse en la construcción de viviendas, jardines y espacios urbanos, con el objetivo de maximizar la energía positiva y minimizar las influencias negativas. El principio del Feng Shui es vivir en armonía con la naturaleza y las fuerzas del universo.

Durante la época imperial china, el Feng Shui era un conocimiento reservado para la nobleza y los emperadores, quienes lo utilizaban para diseñar sus palacios y ciudades. Sin embargo, con la llegada de la República, muchas prácticas tradicionales fueron prohibidas en China, lo que llevó a que el Feng shui se difundiera principalmente en Hong Kong, Taiwán y Malasia.

En el siglo XX, con el auge de la Nueva Era, el Feng Shui se popularizó en todo el mundo y comenzó a aplicarse en el diseño de interiores y la arquitectura moderna. Hoy en día, sigue siendo una herramienta utilizada para mejorar la calidad de vida y crear espacios armoniosos.

Su procedencia es de uno de los libros más antiguos de la humanidad, el I Ching, o libro de las Mutaciones. Los primeros escritos que aparecen datan del 1200 a. C. pero se sabe que su procedencia es mucho antes. Su influencia es del taoísmo y confucianismo. Su estructura se basa en 64 hexagramas, cada uno compuesto por seis líneas que pueden ser continuas o quebradas, representando la interacción entre el yin y el yang.

Pero, ¿en qué me baso para decir que el I Ching es el libro más antiguo de la humanidad?…

Todo comienza con el descubrimiento de la momia Ötzi o también conocido como el Hombre de Hielo. Es una momia natural de un hombre que vivió hace más de 5000 años, durante la Edad de Cobre. Fue descubierta en 1991 por dos alpinistas alemanes en los Alpes de Ötztal, en la frontera entre Italia y Austria.

Su excelente estado de conservación ha permitido a los científicos obtener información valiosa sobre la vida en la prehistoria y de como murió este hombre.

Algo muy llamativo en esta momia son las marcas en forma de tatuajes, que tenía en puntos estratégicos del cuerpo, puntos que se usan para hacer acupuntura. Esos tatuajes son los trigramas del I Ching.  Entonces, ¿estamos hablando qué el I Ching puede tener más de 5000 años? ¿Y si el I Ching es de procedencia china, como esta momia, que llevaba esos tatuajes en su cuerpo, fue encontrada tan lejos de su origen, concretamente en los Alpes?…

Esto es lo que hace fascinante el I Ching, y por consecuencia, el Arte milenario del Feng Shui.